Le doy gracias a mi Dios x haberme dado el privilegio de tener una amiga como Tita. Yo la quiero seguir recordando como la persona alegre, sonriente, con una actitud positiva hacia la vida, no importando las circunstancias que estuviera atravesado, su actitud no se debía a que no tuviera problemas, sino que ella sabía muy firmemente en quién estaba puesta su confianza, ella sabía que Su Dios, Mi Dios, la estaba sosteniendo con la diestra de su justicia. Tita tenía muy claro que su ciudadanía no era aquí, sino en el cielo, y ya está allá disfrutando de todo lo que Jesús se fue a preparar para ella. No es un adiós, es un hasta luego. Tita se nos adelantó, pero me llena el corazón de alegría saber que ella está mejor que todos nosotros juntos, y que un día la volveré a ver. Gracias Dios x el regalo de la amistad de Tita. Descansa en paz. Te amamos.
